Sesión 2: Los QUIEROs y los TENGO QUEs

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Aquí hay unos dibujos animados que cuentan esta historia para niños pequeños.

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Ser Voluntarios en Familia

Hay muchas personas necesitadas y muchas oportunidades para ayudar a los demás. Busca una manera de participar en un voluntariado juntos como familia y conviértanlo en parte de su rutina.

Gran parte de nuestra cultura se centra en la autogratificación, la comodidad y el cuidado personal, por lo que es fácil olvidar el llamado de Jesús a salir de nosotros mismos para ayudar a los demás. Es fácil "mirar a los demás con admiración" y desear tener lo que ellos tienen, pero nuestra fe nos recuerda que debemos "ver lo que tenemos y ser agradecidos". No importa lo poco que tengamos o lo difícil que sea nuestra vida, siempre habrá gente que tenga menos o que esté en peores condiciones que nosotros. Ayudar intencionalmente a los demás puede poner nuestra situación en una mejor perspectiva, ser más agradecidos y aumentar nuestra compasión. Por supuesto, no se trata de servir a los demás para sentirnos mejor (aunque eso suele ser un beneficio secundario), sino de servir a los demás porque Jesús dijo que todo lo que hacemos por el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas, lo hacemos por él.

Piensen en lo que podrían hacer como familia y/o investiguen qué oportunidades de voluntariado o servicio apropiadas para la edad de tus hijos pueden hacer juntos. Elijan una organización en su área a la que quieran apoyar y comprométanse a trabajar allí como voluntarios regularmente. O, como familia, compilen una lista de varios lugares y túrnense para visitarlos. "Josh elige el lugar este mes y quiere hacer una limpieza de la playa. El mes que viene, Kai quiere que sirvamos una comida en el centro para personas sin hogar, así que haremos eso la próxima vez...". Comiencen con lo que será un compromiso razonable para su familia. Idealmente, podrían desear poder trabajar como voluntarios en el mismo lugar a la misma hora todas las semanas o todos los meses, pero eso podría no ser realista. Si no es así, consideren buscar oportunidades de servicio durante el Adviento o la Cuaresma todos los años para que los niños las consideren como temporadas de darnos a los demás.

Es una lección valiosa para los niños aprender a dar regalos monetarios o físicos a los necesitados, como comprar un regalo de Navidad para un niño en el "Árbol de los Ángeles" de la parroquia o contribuir a la colecta del Plato de Arroz de Cuaresma. Sin embargo, como padres, también tenemos un papel crucial en presentarles a nuestros hijos oportunidades de servicio que proporcionen un encuentro humano o nos pongan en una relación real con otra persona. Por ejemplo, ofrecerse como voluntario en una fiesta de Navidad en un refugio para mujeres y niños puede ayudar a su hijo a darse cuenta de que el niño de siete años al que le está dando un regalo es un niño normal como él, que lamentablemente no tiene un hogar estable. De manera similar, servir una comida en un refugio para personas sin hogar puede ayudar a su hijo a conocer e interactuar con personas que son Jesús disfrazado. Estas oportunidades de voluntariado pueden resultar más incómodas o incluso aterradoras que simplemente escribir un cheque o recoger basura, pero Jesús nos llama a tener relaciones reales con personas pobres y marginadas. Por lo tanto, no descarte la posibilidad de un servicio humano directo, incluso si le parece desalentador.

Tener un Ritual para la Hora de Dormir

Tengan un ritual en familia para la hora de dormir cada noche: oren juntos, bendíce a tu hijo y/o léele un cuento.

Los niños se desarrollan con rituales y la hora de dormir es diaria, por lo que es una gran oportunidad para crear un momento de conexión más íntimo. Aunque el período previo a la hora de dormir puede ser agitado o emotivo, una vez que los niños hayan comido, se hayan bañado y se hayan puesto el pijama, puedes establecer un ritual para cambiar el estado de ánimo y comenzar una dulce despedida hacia el sueño. Puedes apagar las luces o bajarlas al mínimo. Tal vez puedas acurrucarte con ellos en el sofá y leerles una historia de la Biblia u otro libro. O puedes subirte a la cama para acurrucarlos allí (¡si cabes!). Si varios hermanos se acurrucan juntos con gusto, déjalos, pero si terminan pegándose, mantenlos separados.

Intenta hacer las mismas preguntas o preguntas similares todas las noches. Algunas posibilidades son:

  • ¿Cuáles fueron los aspectos más destacados y los más difíciles de tu día (o las “rosas y espinas”)?
  • ¿Dónde viste a Dios hoy?
  • ¿Cómo te ayudó Dios hoy?
  • ¿En qué necesitas la ayuda de Dios mañana?
  • ¿Por qué estás agradecido hoy?

Comparte tus propias respuestas a estas preguntas como una forma de dar un ejemplo a tus hijos. Por supuesto, solo comparte ideas apropiadas para su edad. Por ejemplo, probablemente no deberías preocuparlos con detalles sobre la quimioterapia de la abuela. Aun así, tu dificultad más grande puede ser que la abuela está enferma y no se siente bien, y tu aspecto más destacado es que excelentes médicos y enfermeras la están cuidando.

Otras Ideas Para Un Ritual:

  • Apaga las luces y enciende una vela. Acurrúquense en silencio durante un minuto o dos (dependiendo de la capacidad de los niños para estar en silencio).
  • Suavemente masajea su espalda o sus pies mientras les preguntas por su día.
  • Coloca tu mano sobre ellos con suavidad y pronuncia una breve bendición u oración en voz alta. Puede ser una oración memorizada para la noche o puedes inventar tu mismo. Puede ser algo tan simple como “Te amo. Tu mamá/papá/abuela/abuelo/hermana/hermano te aman. Dios te ama y estará aquí contigo mientras duermes”.
  • Dáles un abrazo y un beso para concluír.